A principios del siglo XX el piloto Alberto-Santos Dumont le pidió a su amigo Cartier que le diseñara un reloj de muñeca para no tener que mirar el suyo de bolsillo mientras volaba. Así nació en 1906 el primer reloj de caballero: el Santos. Cien años después y como homenaje a ese modelo, Cartier puso a la venta el Santos 100, inspirándose en el original pero modernizando sus formas y actualizando su tamaño.
Dentro de la gama Santos 100 hay muchas opciones, con configuraciones muy elegantes y otras muy deportivas. El básico es con la caja de acero y la correa de piel negra, pero también están disponibles cajas de acero en acabado negro ADLC , en oro blanco macizo y en oro amarillo macizo combinados con biseles de acero, oro, titanio y diamantes. La gama de opciones no se acaba aquí, ya que la caja se fabrica en dos tamanos distintos, mediana de 44,2mm x 35,6mm, y grande de 51,1mm x 41,3mm. Las correas pueden ser de piel en distintos tonos o de tela.
En cuanto a las maquinarias, aquí también tenemos mucha variedad. La gama de acceso lleva el calibre automático 076 con base ETASA y la versión más sport monta un crono tricompas automático 8630. Pero el Cartier Santos dispone de versiones de alta relojería con manufactura propia como el calibre esqueleto de paladio de carga manual 9611 MC o un flying tourbillon de carga manual 9452 MC. Todos los modelos tienen cristal de zafiro, agujas con diseño de espada con tratamiento de superluminova y una preciosa corona octogonal decorada con un zafiro o espinela facetada.
Los precios de la gama Santos parten de los 4.460 euros del reloj con caja mediana en acero. El crono de titanio y oro rosa, uno de los acabados más deportivos y vistosos, ronda los 11.000 euros. Las versiones de alta relojería son punto y aparte: para hacernos con la versión esqueleto tenemos que desembolsar 43.300 euros, y las versiones tourbillon prácticamente triplican esa cifra.
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